domingo, 16 de septiembre de 2012

El cani homérico

Este post debería titularse “La civilización micénica y la guerra de Troya” pero no estamos en un blog serio y, además, ¿alguien sabe qué es la civilización micénica? ¿A alguien le suenan Argos, Pilos, Tera, Creta, Perseo, Agamenón, Menelao, Minos...? ¿Sí? Bueno pues, malas noticias: lo que sabéis de Micenas es, con toda probabilidad, más falso que un euro de madera. ¿Y eso por qué? Porque todos habéis visto la película..., quiero decir, habéis leído a Homero, y su versión de la época micénica era tan fiel a la Historia como la peli Furia de Titanes (tanto me da que sea la de los 80 como su hermana ciclada del siglo XXI). La vulgarización de una civilización más avanzada que la suya, como era la micénica, perpetrada por estos raperos de la Edad Oscura griega, debería cubrirnos de vergüenza ajena, por molarnos mucho más las fanfarronadas de un barriobajero cobarde, escondido detrás de un escudo enorme y arrojando jabalinas desde lejos, que el abrumante poderío de la talasocracia orientalizante de micénicos y troyanos.

100% micénico, siglo XIII a. C. ¿O es del XII?
"Majestad, los dorios están a las puertas y, efectivamente, tienen pinta de poligoneros".

A ver, para empezar, todo el relato de los hechos se atribuye, como he dicho, al poeta Homero; aunque existe numerosa controversia sobre si fue el autor real de los versos, el que los puso por escrito o al que mandaron a la SGAE para registrarlos. ¿Qué más da? Pelearse a estas alturas de la vida por conocer al verdadero autor es totalmente baladí; lo que de verdad debería ocupar páginas en las monografías de literatura y filología griega es el asunto del nombre: ¿Homero? ¿Cómo se les ocurrió a los griegos llamar así a su mayor figura literaria? Luego se sorprenderán de que les rescaten... ¡Homero es nombre de cantante de reaggeton, coño! ¿Es que nadie piensa en las consecuencias nefastas que pueden tener sus actos a largo plazo? Sucede algo similar con las empresas y negocios españoles: sus nombres son una puta mierda, joder... A ver, ¡autónomos de España!, escuchen este consejo de Páramon Jístori: si van a montar una sociedad laboral, una cooperativa o una pyme ¡NO UTILICEN LA PRIMERA SÍLABA DE SUS PUTOS APELLIDOS! Joder, ya sé que algunos dejaron los estudios porque su espíritu emprendedor no les cabía en el pecho, pero algo les quedará en la sesera para poder inventarse un nombre mejor, ¿no? Aunque sabiendo cómo llaman a sus hijos, ya dudamos aquí hasta de las leyes de la Física.

Señores autónomos, aprendan de los amigos americanos. Si este taller lo hubiéramos montado dos colegas y yo según los estándares de nomenclatura hispana se llamaría Talleres LOCAMAR, S.L.L. (luego, por teléfono el tío te dice: "Tayere Locamá, diga").

Bueno, regresemos al tema que estamos divagando. Como he dicho más arriba, que Homero hable del período micénico es como si Camela te canta sobre la Batalla de Inglaterra. El tan controvertido poeta incurrió en más anacronismos que una película de Xena con Espartaco dirigida por los creadores de Merlín (esa serie nueva de emos medievales con vesturario de H&M). Pero el gran mérito se halla en que, del mismo modo en que hoy día un poligonero puede ver dignificada su inservible vida, sintiéndose identificado con el protagonista de Furia de Gañanes y con el Leónidas de 300; Homero, fuera quien fuese, lolailizó de igual modo al Ulises y al Aquiles micénicos, para que sus shurmans de la Dark Age, pudieran presumir de abuelos heroicos mientras apacentaban al ganado autóctono de Grecia: las cabras y los piojos.

Extracto del poema fragmentario Margites, atribuído a nuestro insigne poeta: [Music on: PUM PURUMPUMPUM PURUMPUMPUM PURUMPUMPUM... (ad nauseam)] Caminaba por la Cólquide / cuando vi a una nena fáckable / yo le dije soy aedo / chúpame hasta los dedos...

La Ilíada y la Odisea, relatadas por Herodoto de Halicarnaso un par de siglos después, se habrían convertido en novelas dignas de John le Carré. En cambio, cantadas por dorios analfabetos, poseedores del mero certificado de Secundaria, se asemejan más a una extensión del GTA San Andreas: la cuestión es quién la tiene más grande, quién hace más y mejor el burro y a quién le quiere más el Gran Poder o la Macarena.
No hay más que analizar el momento cumbre de la Ilíada, casi al final, el duelo entre Aquiles y Héctor. Aquiles, un niño pijo shurmanizado, megalomaníaco y algo psicópata, hijo de una diosa del porno (Tetis: chiste fácil de Páramon Jístori) y de un monarca millonetis que consiguió su reino con más trucos que un concejal de urbanismo, dejó el exclusivo insti privado donde le tenían interno (solamente la falta de cariño paternofilial puede explicar lo gilipollas que era este tío) y se fue de farra con otros colegas a una rave en Troya. Con él va Patroclo, su mejor amigo, su compañero sentimental, su pareja, su novio... Sí, amantes del neoclásico de mármol blanco y de los cuellos duros almidonados del siglo XIX: a los canis griegos les ponían los hombres, algo del todo comprensible si nos detenemos a analizar la posible evolución de la Jenni homérica en su contrapartida moderna, que de puro vulgar y zafio desarrollará pene propio como las hienas hembras en menos de dos generaciones...

Sí, amigos lectores, las hienas hembras tienen pene...

Al igual que sucede en la peli La playa, del célebre Leonardo di Caprio, cuando las cosas van bien todos somos mú colegas y eso, pero cuando alguien la caga llega el llanto y el crujir de dientes. Y en esto de llorar los “héroes” homéricos son unos expertos: Aquiles llora la muerte de Patroclo (normal, le habían quitado al pobre su segunda diversión, por detrás de la de masacrar gente), Licaón llora suplicante a Aquiles para que no se lo cargue, los troyanos lloran a Héctor... Lo mismito que un guerrero de la actualidad, que ve anegados sus ojos de saladas gotas de tristeza cuando el hermano mayor anuncia gravemente que el Cerro no hará estación de Penitencia este año o cuando el Cádiz cae final –e injustamente, por supuesto– vencido y eliminado de la copa del Rey.

Los mirmidones de Aquiles entonan cantos fúnebres por la muerte de Patroclo...

Una vez en Troya, Agamenón y Aquiles se pelean por el botín, lo cual denota la baja estofa de estos marrajos: “vamos a ver, Agamenón, ¿no habías venío tú a vengar la afrenta recibida por tu hermano Menelao? ¿A qué te andas ahora con disputas por ver quién se queda con lo que había en el monedero de las troyanas a las que le habéis dao el tirón?”...
Aquí me vais a permitir, queridos lectores, que os explique un poco la causa de la guerra de Troya… Ni más ni menos que el vil metal, as usual, y punto pelota. Según qué investigadores lea uno, podrá entender los acontecimientos históricos como un enfrentamiento entre el imperialismo expansionista micénico contra el rival que controlaba el acceso al Mar Negro o contra una de las ciudades aliadas al imperio hitita, o también en el contexto de la crisis de los "Pueblos del Mar". Así de simple. Sí, queridos roleros que sublimáis vuestra insignificancia imaginando guerreros para D&D; sí, queridas amantes de Titanic: la historia de Menelao, Helena y Paris es una puta falacia. Pero, claro, pretender que la panda de dorios analfabetos que había heredado los restos de ese mundo comercial y palaciego entendiese de estas sutilezas de geopolítica, es como pedirle al españolito medio que busque al culpable de la crisis actual más allá de su político-sindicalista-banquero más odiado: es un problema de falta de cultura, de ilustración y de raciocinio. Es por ello que los ecos de una prolongada lucha entre potencias militares y económicas quedaron reducidos, en las manazas de estos gañanes procedentes de Europa Central o algún agujero de subcultura similar, a un asunto de cuernos; que es el referente más cercano sobre conflictos diplomáticos que poseen los habitantes de ciertos barrios que todos sufrimos en nuestras ciudades, a juzgar por los índices de audiencia de Sálvame.

“De modo, querida Amparo, que el Mohedano ha decidido llamar a consulta a su embajador en la 5, debido al conflicto diplomático surgido a raíz de las declaraciones de ciertos agentes pagados por intereses estratégicos ocultos…”
“Ya te digo, Sonsoles, que esto cada vez me recuerda más al escándalo Irán-contra. No descarto yo una imprevista resolución de Naciones Unidas, si es que el veto de Rusia no termina de complicar las cosas…

Lo sucedido entre este trío de griegos ejemplares (Menelao, Helena y Paris), tenía ya de antiguo diferentes versiones, dependiendo de la familia a la que uno pertenezca; aunque casi todos vienen a coincidir en que Helena era una guarra… Motivo de mayor advertencia para aquellos padres que deciden llamar así a su hija: si lo hacen en recuerdo de la santa madre del cristianísimo emperador Constantino el Grande, está bien; si es por la griega soporten luego los pertinentes “oyoyoyoyoyoiii” con semblante estoico. No obstante, pueden argumentar alguna explicación post LOGSE políticamente correcta donde Helena, dueña de su destino y muy consciente de su género, prefirió abandonar la prisión de un matrimonio de conveniencia sin amor, para marcharse con el primer chulopo de buena planta y, por supuesto, de billetera gorda, que asomó la jeta por palacio. Vamos, lo más normal y acorde con la mentalidad del siglo IX-VIII a. C.

Héctor: “¿Que qué?”
Paris: “Que me llevo a la MILF de Menelao a Troya, joder”.
Héctor: “Definitivamente, Paris, hermano mío, eres el tonto de la familia”.
Helena: “No me lleva ¿eh?, me voy yo por mi propia voluntad; a ver si nos dejamos ya de estereotipos machistas, coño, que estamos en pleno siglo VIII”.

En fin, que Menelao, como buen dictador patriarcal y falocrático, decidió declararle la guerra a Troya porque no querían devolverle a su churri. Que igual el tipo tampoco es que estuviera muy entusiasmado con la idea, pero a ver quién es el guapo que se pasa por la peña y aguanta los comentarios del resto de basilei (shurmans, para los que no hayáis estudiado griego antiguo). Porque total, nueve años de guerra, la mayoría de los canis importantes muertos o detenidos por la benemérita, y al final Troya termina incendiada y con la licencia de local de entretenimiento revocada permanentemente. Claro que hay que ser muy burro para escuchar los consejos y las ideas de Ulises, un basileus chabolista de Ítaca, y alunizar un caballo de madera contra la macrodiscoteca… Vamos a ver, señores, que lo del “ingenioso Ulises”, es una forma que tienen los académicos de traducir el “politoxicómano Ulises” para que quede bonito en la Biblioteca Clásica Gredos. Y es que solamente el consumo reiterado e ininterrumpido de sustancias psicotrópicas puede impedir a un tipo regresar a su casa por espacio de veinte años y contar semejantes trolas sobre magas, cíclopes y maldiciones gitanas. Aunque el rollo de Penélope de tener engañados a los pretendientes con lo del manto…, o eran de coeficiente intelectual muy bajo o todos tenían participaciones en Inditex.

Penélope: “Churri, te he esperado veinte años sin liarme con ninguno de tus shurmans…”
Ulises: “Gordi, que me han liao los colegas y he perdío el metro… Oye, ¿y ese niño?”
Penélope: “Telémaco es tuyo, ¿no te acuerdas?
Ulises: “Aro, aro que me acuerdo Gordi, ¿no ves que ya no me meto?”.

Fin de paréntesis. Regresemos pues, a la contienda Agamenón vs. Brad Pitt. Aquiles, como buen niñato malcriado y de familia bien, no gestionaba muy bien eso de la frustración, por lo que dijo que ya no peleaba y se fue enfurruñado a su tienda; imaginamos que a jugar con la Play, que esa nunca te traiciona como los amigos humanos, con sus opiniones propias, sus gustos y esa manía de pensar diferente a ti. Mientras, al cachondo de Patroclo, que nunca debió abandonar los estudios, se le ocurrió armarse con la panoplia de Aquiles, se plantó en el campo de batalla de tal guisa y se lo cargaron los troyanos... Infeliz. Aquiles, con la barriga llena de Gatorade y de pollito a la plancha, terminó de cortocircuitar, se cambió el apellido Pelida por Montoya y empezó a jurar por sus muertos. Después de recopilar objetos mágicos cedidos por sus patrocinadores olímpicos (del Olimpo de verdad, no hablo de Hyundai ni de Coca-Cola, ¿eh?), se fue en busca de Héctor, el payo kinki que había matado a su Patroclo.

Yelmo mágico +2 DEF críticos en la cabeza; +3 CAR e Intimidación. Grebas +2 DEF críticos piernas; +1 tiradas de habilidad que impliquen movimiento. Escudo +5 DEF contra botellazos, lapos y cuchilladas. Armadura +3 DEF general, MP3 y Bluetooth.

Héctor acepta el combate; pero sus padres Príamo y Hécuba, junto con su esposa Andrómaca, tratan de impedirlo. Y con razón: Héctor era el clásico shurman que, después de haber sido un balarrasa, ha acabado preñando a la Vane y se ha dado cuenta de que tiene canas y de que el fútbol se ve mejor en el plasma de la salita que en el Gol Norte. Entonces cambia el carro de guerra deportivo por un monovolumen y se caga en las muelas de su hermano, Paris, por ser tan descerebrado como lo era él a su edad. Sin embargo es todavía un guerrero auténtico, y lo que no iba a consentir es que Aquiles lo pregone por todo el barrio, que lo llame vieja cagona y que le desmonte el chiringuito a Príamo, que ha sido siempre un padre de familia honrado y trabajador; con unos hijos un poco rebeldes, ná más. Así que no le quedaban más narices que enfrentarse a la cólera funesta del psicópata Aquileo.

Andrómaca: “Ya que te vas de cachondeo con los amigotes, por lo menos llévate el casco de la moto que te regalé por tu santo, ¿no?”.
Héctor: "Que sí, Maca, que sí. Oye, ¿tienes suelto, que le debo 20 dracmas al del bar y se pone mu pesao recordándomelo”.
Astianacte: “Opá, tráeme cartas de Pokemon”.

Los héroes entablan combate finalmente, pero con todo lo que hablan aquello debía parecerse más a una reyerta en la Feria de Sevilla que a una auténtica lucha entre profesionales de la guerra, supuestamente entrenados por centauros, dioses, ex legionarios y otros personal trainers de la época:
-Héctor, ven p’acá, perro, que te vas a cagar.
-Ven tú, maricona, tanto llorá por Patroclo. ¿Qué era tu novio?
-Hijoputa, te voy a sacar las tripas.
-Me vas a comer la...
Así continúan por espacio de varios minutos, animados por sus coleguitas y sus tipas, sin que ninguno de los dos “héroes” haga nada por iniciar realmente el combate. Al final se tiran las lanzas medio tapados por los escudos, sacan las chairas (Homero dice que eran grandes espadas; pero es que Homero no había visto una espada grande en su puta vida, of course) y uno apuñala al otro en la garganta. Luego, siguiendo al pie de la letra su condición de ancient gentleman, el Pelida Aquileo... ¡Amarra el cadáver de Héctor a su carro y lo arrastra dando vueltas alrededor de las murallas de Troya! WTF!!! ¿Eso se hace con un enemigo caído, malasangre? ¿A ti qué educación te han dado? Tu madre será una diosa, pero tú eres un hijo de puta, hombre.


5 comentarios:

  1. Jajajajaja, que bueno! El politoxicómano Ulises es un crack! A ver qué me dicen a mí si cuento esa historia :-)

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  2. En dos palabras: Bri-Llante :)
    Te superas Era a Era, Paco. ¡Gracias!

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  4. Muy bueno Pácorer, genial digo más...Locasmar jejejeje

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  5. Me lo he vuelto a leer y creo que me he reído más que la primera!

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