viernes, 30 de noviembre de 2012

Furricato, pastor lusitano

Furricato nació en algún lugar de la antigua Lusitania, en algún momento del primer tercio del siglo II a. C. (antes de Cristo, del Cristo cristiano, entendámonos; no significa antes de Crespúsculo, ni antes de las Guerras Clon -que en todo caso se escribiría a. G. C. y demostraría que hay seres humanos masculinos a los que el onanismo y la puta Coca-Cola Zero sí ha logrado reblandecer el cerebro. ¡Frikis de mierda!-). Aunque diversos especialistas especulan sobre el origen exacto de nuestro protagonista (es lo que tiene justificar el sueldo con publicaciones, que te dedicas a investigar cualquier mierda), lo cierto es que hoy día resulta imposible averiguar si su madre lo parió en Portugal o en España, entre otras cosas porque las fuentes clásicas no mencionan que portara toalla y condujera temerariamente por las vías romanas o, por el contrario, que hablara a gritos y tuviera opinión propia para cualquier tema.

Podríamos aventurar su posible pertenencia a uno de los cuatro grupos humanos que, tradicionalmente, se dice que poblaban la piel de toro (algún día alguien podrá explicarme de verdad en qué se parece la Península Ibérica a una piel de toro extendida, cuando está claro que tiene la silueta de una señora con hidrocefalia): celtas, iberos, celtíberos o tartesios. Sin embargo, debemos descartar inmediatamente una procedencia tartesia, porque las fuentes dejan bien claro, aunque sea por omisión, que Furricato no recibió una subvención pública a lo largo de toda su vida; algo que va en contra de las tradiciones tartesias documentadas. Por otra parte, en Páramon Jístori nos negamos a calificar su procedencia como ibero, celta o celtíbero porque entonces le estaríamos bailando el agua a los "jachondos" de los griegos, que fueron clasificando a la gente que se fueron encontrando en sus periplos por aquí, según les recibieron de mal: iberos si trataban de robarle la cartera, celtas si trataban de quemarlos vivos y celtíberos si hacían las dos cosas a la vez. Además, que luego todo el mundo se apunta a buscar sus raíces en fantasmadas Made in Greece o Made in Roman Empire, para poder dormir mejor por las noches: los de derechas para justificar su gañanismo con la excusa de que "ya los íberos, un pueblo muy civilizado, hacían corridas de toros, usaban mantilla -como la dama de Baza, la de Elche o la de Fuenlabrada-, y leían el ABC"; los de izquierdas para "desvincularse de eje fascista españolista ibero-romano-medieval, abrazando una cultura de hombres y mujeres altos, rubios, libres y demócratas, que tocaban una música que fusiona con todo, como el flamenco y que, lejos del fanatismo dogmático cristiano, eran amante de las drogas blandas, la ropa holgada y la botellona en el campo"; el celtíbero queda para los meseteños que, tras siglos de habitar en la parte más fea de España y haciendo alarde de gran coherencia política votan al PP por su política social y al PSOE por su liberalismo económico...

De izquierda a derecha: Guerrero celta con vinilo de Loreena McKennitt; ministra de Cultura ibera; alcalde conservador de oppidum celtíbero.

Una jodida falacia todo esto, porque el sentido común nos indica que la Península Ibérica ha estado poblada desde Atapuerca o incluso antes, por un tipo de gentuza cuyo denominador común ha sido la inveterada costumbre de putear al prójimo con la creatividad que, esta vez sí, caracteriza al genuino indígena del solar ibérico. Es posible que hablaran lenguajes distintos, que se recogieran el moño de diversas formas y que compraran las espadas unos en Carrefour y otros en el Hipercor; pero el romano medio no distinguía muy bien entre etnias cuando, medio afligido y medio encabronado, refería a sus compatriotas: "el puto hispano de mierda..., que me ha intentado levantar seis denarios por dos botijos y una flamenca diciendo que eran antiguedades egipcias; ¿es pa invadirlos o no es pa invadirlos?".

Además, queridas lectoras y queridos lectores, sentirse orgulloso de los antepasados celtas es como celebrar, empleando para ello la misma cantidad de neuronas, el hecho distintivo de pertenecer a la "raza latina"... El imperio se inventa un insulto racista y tú te lo cuelgas de tu henchido pecho y se te caen dos lagrimones gordos mientras compadeces al resto de los cinco mil millones de habitantes de la tierra que no comparten tu suerte y tu destino... ¡Ole tus huevos! Eso sí, al igual que sucedía con los mal llamados celtas, en cuanto reúnes en un espacio físico o virtual a dos o más representantes de los distintos pueblos "latinos" (a los del otro lado del charco y a los de aquí, sin distinción oye, que para mí majaderos hay hasta en mi familia), falta tiempo para que se maten unos a otros. De lo cual deduzco que una de las virtudes de la raza latina es la de odiar al resto de latinos, del mismo modo que la mayor diversión de los bárbaros apestosos que, gracias a Júpiter, los romanos lograron someter, era la de decapitarse y quemarse unos a otros.

Latinos: así nos vemos nosotros...


Así nos ven los celtas...

Pero en Páramon Jístori seríamos unos derrotistas indocumentados si no alabásemos la gran herencia cultural de ambos pueblos, el antiguo y el moderno que, por sí mismas, ya servirían de aval para recibir la calificación de etnia: los celtas nos legaron el pantalón, sin el cual, hoy día nadie nos tomaría en serio en las entrevistas de trabajo; la cultura latina, por su parte, nos ha dado los mejores culos femeninos del planeta, sin discusión.


(No, querido heterosexual, aquí no falta una foto de mojinos güenos; ¡¡ESTO ES UN BLOG DE HISTORIA!!).


Si me permiten seguir insistiendo en el tema (y si no, dejen de leer, regresen a Google y vuelvan a teclear Viriato, celta, latino o cualquiera de los términos de búsqueda que les han llevado hasta aquí), el invento del celta tiene un recorrido historiográfico que podemos resumir a continuación.

Todo comenzó una vez producido el relevo de los Austrias por los Borbones en el banquillo de la Roja y desmantelado el exitoso tiki-taka del Imperio Español allá por las postrimerías del XVIII y principios del XIX. No obstante, los historiadores nacionalperiféricos y otros perroflautas sin estudios, adelantan la fecha de la decadencia del fútbol ehpañó un siglo antes, siguiendo a los estudiosos anglosajones que, con la ayuda de Hollywood, cualquier día van a lograr que nos creamos que la época en que todo el mundo apretaba el ojete ante los ropajes negros de las tropas del Caos Católico, no existió jamás. Pero bueno, ustedes pueden creerme a mí o a toda una tradición de expertos nacidos en unas islas del Atlántico donde la gente prefiere estudiar la carrera de Historia por vocación antes que tener que procrear con sus mujeres. De hecho, tanto investigador, tanto Nobel y tanta eminencia y todavía no han descubierto por qué, a pesar de haber disfrutado de un mestizaje similar en cantidad a la del Sur de Europa, han terminado por ser tan feos, coño. ¿La diosa Mórrígan se vengó de ellos por haber perdido contra los romanos? No sé, de verdad.

Bueno, como decía, que en plena desmembración -no voy a caer en el chiste fácil- del Imperio, los amigos luteranos, anglicanos y demás herejes europeos, se percataron de que todo lo que realmente molaba, procedía del Mediterráneo: el pan de trigo blanco, las frutas que te prohíben en las dietas, el tinto de verano... ¡joder, el propio verano!..., y que el pelo negro rizado cubriendo toda la espalda y las patillas de hacha, ponían más brutas a sus gachises que cualquier peluca blanca con coleta. Y es que, así no hay manera de crear un espíritu nacional propio, cojones. Por eso, ante la insoportable comparación, decidieron recurrir a la imagen del cachas rubio, de pelo largo, barbacas y cuernos en el casco; al guerrero celta, valiente, armado y con mala leche, para enfrentarlo al mediterráneo bajito, civilizado, cobarde y haragán. Y así obtuvieron el "Celtic Cani Reloaded".

Luego llegaron los tiempos del "Iglesia KK" y "la Razón mola (no el periódico, ¿eh, amiguitos de la ESO?), que fueron fundamentales en el futuro desarrollo del sentido de la existencia de Enya, Hevia y tantos y tantos músicos alcohólicos irlandeses, a la misma vez que, lamentablemente, impidió que las hermanas de The Corrs se hubieran dedicado al noble oficio del porno y no a cantar chuminadas.

Private Special: Hot Celtics Squirting Blowpipers

No obstante, como hemos señalado más arriba, cuando todo el mundo se sentía ya súpercelta, a base de meter por medio a druidas, dioses, duendes, Arturo, Merlín, Stonehenge y la madre que los parió a todos, aquellos simpáticos poligoneros prerromanos consumidores de sustancias psicotrópicas forestales y amantes de las barbacoas con enemigos derrotados, habían terminado por convertirse en unos hippies de manual, con rastas, mugre y con tías sin sujetador y olor a cebolla de hamburguesa del Burriking.

La salvación iba a llegar entonces de manos de unos canis algo más septentrionales: los pueblos bárbaros germánicos; porque los amigos alemanes no podían presumir de gaitas celtas, pero sí de criaturas humanoides asilvestradas de higiene personal cuestionable. Con lo que todo fue a peor... ¡Ay, querido Robert E. Howard! ¡Si te hubiesen puesto palote los contables con chaqueta y corbata en lugar de los tíos cachas, piratón! Ahora mismo, en lugar del infumable Dungeons & Dragons (TM), jugaríamos a algo más divertido como Salones de Banquetes & Alcobas; en lugar de clonar miles de veces a tu querido Conan, leeríamos entusiasmados la emocionante El stylus civilizado de Narciso el Escriba, y crearíamos maravillosos personajes de nobles rentistas para poder disfrutar de Aristócratas: el juego de rol (futura TM), donde consigue más puntos de experiencia aquel que logra que otros hagan las cosas por él. Además, la juventud escandinava se dejaría de inventar nombres absurdos para nombrar estilos de heavy metal, como si fuesen muebles del catálogo de IKEA y de asesinar a compatriotas; de este modo, Nokia nunca habría perdido la carrera frente a Android.

Afortunadamente, el pasado siglo nos dejó a varias mentes preclaras que rescataron a Europa del la ignorancia oscurantista decimonónica y nos lanzó de nuevo en los brazos de la new age clásica. Estamos hablando de prohombres de la talla de Hitler, Mussolini o Franco (aquí lo de la talla, bueno...). Estas criaturitas se dieron cuenta de que, para molar de verdad en los desfiles, había que recuperar el estandarte de las legiones romanas, con su águila; el saludo romano, con su brazo derecho en alto, como parando un taxi pero más marcial; las antorchas, los fasces, las centurias, la retórica huera, el revisionismo histórico, el antisemitismo, la xenofobia, el invadir y saquear por la jeta, el... Bueno, ya me entendéis... El celta ñoño quedó enterrado durante un par de décadas, hasta el advenimiento de John Ronald Ruelen "England über alles" Tolkien.

-Y digo yo, Günther, ¿no hubiera sido mejor celebrar el encuentro del partido con una batukada y mojitos?
-Querido Jürgen, lo de ser ario solamente al 85% te va a traer problemas algún día...



Ejem, creo que ya se me ha ido bastante la olla... Regresemos con la biografía de nuestro héroe, que es lo que nos ha reunido a todos hoy aquí. Furricato se dedicaba al único oficio viable en la Península Ibérica si no tenías terminado el F.P. y te había pillado el estallido de la burbuja inmobiliaria: Pastor. Con mayúsculas, porque es un oficio de tíos machos, no como el de agricultor. Es obvio, ¿no? Si eres pastor puedes ir guarro todos los días, tener un perro aún más sucio que tú, zumbarte a todas las hembras del rebaño a pelo, sin que se cabreen el resto de ovejas y sin tener que comprometerte con ninguna y, además, puedes comer queso todos los días sin que te llamen mariquita. El curro perfecto, queridos amigos.

Algunos estaréis pensando: "¡Coño! Pastor; como Viriato"... No, queridos, Viriato no era pastor. Furricato sí; Viriato, no. Viriato era el hijo cleptómano de un caudillo lusitano (un cani viejuno retirado), que no le declaró la guerra a Roma como venganza por las injusticia cometidas contra su pueblo, sino porque entraba a robar en el economato romano smartphones, relojes y demás cosas caras de los marines itálicos, para él y sus colegas y un día les pilló el jefe de seguridad, un tal Sulpicio Galba, y se les cayó el pelo. Viriato juró entonces venganza y bla, bla, bla...

Furricato quería ser romano. Era con lo que soñaba entre taquito de queso, rascada de culo y cigarrito postcoital. Soñaba con tener una equipación como la de los legionarios romanos: cota de mallas Adidas, sandalias Nike y gladius de Apple con bluetooth, wifi y aplicaciones molonas como la iTestudo, la Aquilifer GPS Localizator, la Centurio Personal Trainer y el reproductor de podcasts LiveSPQR. Él, como lusitano de clase baja y salario mínimo interprofesional peninsular, a todo lo más que podía aspirar era a las imitaciones que vendían en el mercadillo que los tartesios montaban cada domingo en el pueblo. Todo made in Fenicia, ¡puaj!

-Ahí los tienes, Furricato, escudo, sponsor, lorica hamata CLIMACOOL®... Así da gusto fundar un Imperio, coño...

Ante la imposibilidad económica de adquirir los objetos de sus sueños, Furricato se unió a la banda de Viriato, para poder robarlos. Y al principio todo fue bien, como conocemos por las fuentes históricas: el economato de las legiones asumía las pérdidas y compesaba subiendo los precios y subcontratando en Hispania auxiliares. Viriato y los suyos regresaban a su tierra todos los años con las manos llenas y sus chatis, todas contentas, presumían de marcas de diseñadores italianos. Pero la avaricia choni no conoce límites: los lusitanos eran cada vez más descarados en sus hurtos y a algunos les dio ya por mangar el cobre de las vías romanas. La DGT se cabreó bastante entonces y llenó Hispania de patrullas de la benemérita, con tan buen resultado que las famosas rivalidades entre pijos y canis lusitanos fueron en aumento: a los primeros no les importaba pagar la multa y seguir con las fechorías; los segundos bastante tenían ya con la hipoteca y la letra del León Cupra como para andar aflojándole la guita a los de oliva. Viriato, después de recuperar todos los puntos del carné por medio de un abogado amigo de su viejo, fue traicionado por tres tíos de Osuna que se habían unido a su banda: el Loco, el Shino y el Bengalas (o como se escribía en su idioma original: Audax, Ditalco y Minuro); que lo entregaron en un la puerta de un cuartel de las legiones a cambio de poder pasar la ITV con los faros de xenón y el spoiler sin homologar.

El destino de Furricato, después del conflicto intestino resulta un poco incierto. Hay fuentes que abogan por confirmar su muerte durante la reyerta posterior a la ejecución del líder. Otras, más optimistas, creen que Furricato, habiendo participado en la traición junto a los ursonenses, recibió como recompensa el derecho a ingresar en la cohors equitata Shurmanorum y recibió a cambio la segunda equipación romana que, como siempre, es la que más mola.

domingo, 16 de septiembre de 2012

El cani homérico

Este post debería titularse “La civilización micénica y la guerra de Troya” pero no estamos en un blog serio y, además, ¿alguien sabe qué es la civilización micénica? ¿A alguien le suenan Argos, Pilos, Tera, Creta, Perseo, Agamenón, Menelao, Minos...? ¿Sí? Bueno pues, malas noticias: lo que sabéis de Micenas es, con toda probabilidad, más falso que un euro de madera. ¿Y eso por qué? Porque todos habéis visto la película..., quiero decir, habéis leído a Homero, y su versión de la época micénica era tan fiel a la Historia como la peli Furia de Titanes (tanto me da que sea la de los 80 como su hermana ciclada del siglo XXI). La vulgarización de una civilización más avanzada que la suya, como era la micénica, perpetrada por estos raperos de la Edad Oscura griega, debería cubrirnos de vergüenza ajena, por molarnos mucho más las fanfarronadas de un barriobajero cobarde, escondido detrás de un escudo enorme y arrojando jabalinas desde lejos, que el abrumante poderío de la talasocracia orientalizante de micénicos y troyanos.

100% micénico, siglo XIII a. C. ¿O es del XII?
"Majestad, los dorios están a las puertas y, efectivamente, tienen pinta de poligoneros".

A ver, para empezar, todo el relato de los hechos se atribuye, como he dicho, al poeta Homero; aunque existe numerosa controversia sobre si fue el autor real de los versos, el que los puso por escrito o al que mandaron a la SGAE para registrarlos. ¿Qué más da? Pelearse a estas alturas de la vida por conocer al verdadero autor es totalmente baladí; lo que de verdad debería ocupar páginas en las monografías de literatura y filología griega es el asunto del nombre: ¿Homero? ¿Cómo se les ocurrió a los griegos llamar así a su mayor figura literaria? Luego se sorprenderán de que les rescaten... ¡Homero es nombre de cantante de reaggeton, coño! ¿Es que nadie piensa en las consecuencias nefastas que pueden tener sus actos a largo plazo? Sucede algo similar con las empresas y negocios españoles: sus nombres son una puta mierda, joder... A ver, ¡autónomos de España!, escuchen este consejo de Páramon Jístori: si van a montar una sociedad laboral, una cooperativa o una pyme ¡NO UTILICEN LA PRIMERA SÍLABA DE SUS PUTOS APELLIDOS! Joder, ya sé que algunos dejaron los estudios porque su espíritu emprendedor no les cabía en el pecho, pero algo les quedará en la sesera para poder inventarse un nombre mejor, ¿no? Aunque sabiendo cómo llaman a sus hijos, ya dudamos aquí hasta de las leyes de la Física.

Señores autónomos, aprendan de los amigos americanos. Si este taller lo hubiéramos montado dos colegas y yo según los estándares de nomenclatura hispana se llamaría Talleres LOCAMAR, S.L.L. (luego, por teléfono el tío te dice: "Tayere Locamá, diga").

Bueno, regresemos al tema que estamos divagando. Como he dicho más arriba, que Homero hable del período micénico es como si Camela te canta sobre la Batalla de Inglaterra. El tan controvertido poeta incurrió en más anacronismos que una película de Xena con Espartaco dirigida por los creadores de Merlín (esa serie nueva de emos medievales con vesturario de H&M). Pero el gran mérito se halla en que, del mismo modo en que hoy día un poligonero puede ver dignificada su inservible vida, sintiéndose identificado con el protagonista de Furia de Gañanes y con el Leónidas de 300; Homero, fuera quien fuese, lolailizó de igual modo al Ulises y al Aquiles micénicos, para que sus shurmans de la Dark Age, pudieran presumir de abuelos heroicos mientras apacentaban al ganado autóctono de Grecia: las cabras y los piojos.

Extracto del poema fragmentario Margites, atribuído a nuestro insigne poeta: [Music on: PUM PURUMPUMPUM PURUMPUMPUM PURUMPUMPUM... (ad nauseam)] Caminaba por la Cólquide / cuando vi a una nena fáckable / yo le dije soy aedo / chúpame hasta los dedos...

La Ilíada y la Odisea, relatadas por Herodoto de Halicarnaso un par de siglos después, se habrían convertido en novelas dignas de John le Carré. En cambio, cantadas por dorios analfabetos, poseedores del mero certificado de Secundaria, se asemejan más a una extensión del GTA San Andreas: la cuestión es quién la tiene más grande, quién hace más y mejor el burro y a quién le quiere más el Gran Poder o la Macarena.
No hay más que analizar el momento cumbre de la Ilíada, casi al final, el duelo entre Aquiles y Héctor. Aquiles, un niño pijo shurmanizado, megalomaníaco y algo psicópata, hijo de una diosa del porno (Tetis: chiste fácil de Páramon Jístori) y de un monarca millonetis que consiguió su reino con más trucos que un concejal de urbanismo, dejó el exclusivo insti privado donde le tenían interno (solamente la falta de cariño paternofilial puede explicar lo gilipollas que era este tío) y se fue de farra con otros colegas a una rave en Troya. Con él va Patroclo, su mejor amigo, su compañero sentimental, su pareja, su novio... Sí, amantes del neoclásico de mármol blanco y de los cuellos duros almidonados del siglo XIX: a los canis griegos les ponían los hombres, algo del todo comprensible si nos detenemos a analizar la posible evolución de la Jenni homérica en su contrapartida moderna, que de puro vulgar y zafio desarrollará pene propio como las hienas hembras en menos de dos generaciones...

Sí, amigos lectores, las hienas hembras tienen pene...

Al igual que sucede en la peli La playa, del célebre Leonardo di Caprio, cuando las cosas van bien todos somos mú colegas y eso, pero cuando alguien la caga llega el llanto y el crujir de dientes. Y en esto de llorar los “héroes” homéricos son unos expertos: Aquiles llora la muerte de Patroclo (normal, le habían quitado al pobre su segunda diversión, por detrás de la de masacrar gente), Licaón llora suplicante a Aquiles para que no se lo cargue, los troyanos lloran a Héctor... Lo mismito que un guerrero de la actualidad, que ve anegados sus ojos de saladas gotas de tristeza cuando el hermano mayor anuncia gravemente que el Cerro no hará estación de Penitencia este año o cuando el Cádiz cae final –e injustamente, por supuesto– vencido y eliminado de la copa del Rey.

Los mirmidones de Aquiles entonan cantos fúnebres por la muerte de Patroclo...

Una vez en Troya, Agamenón y Aquiles se pelean por el botín, lo cual denota la baja estofa de estos marrajos: “vamos a ver, Agamenón, ¿no habías venío tú a vengar la afrenta recibida por tu hermano Menelao? ¿A qué te andas ahora con disputas por ver quién se queda con lo que había en el monedero de las troyanas a las que le habéis dao el tirón?”...
Aquí me vais a permitir, queridos lectores, que os explique un poco la causa de la guerra de Troya… Ni más ni menos que el vil metal, as usual, y punto pelota. Según qué investigadores lea uno, podrá entender los acontecimientos históricos como un enfrentamiento entre el imperialismo expansionista micénico contra el rival que controlaba el acceso al Mar Negro o contra una de las ciudades aliadas al imperio hitita, o también en el contexto de la crisis de los "Pueblos del Mar". Así de simple. Sí, queridos roleros que sublimáis vuestra insignificancia imaginando guerreros para D&D; sí, queridas amantes de Titanic: la historia de Menelao, Helena y Paris es una puta falacia. Pero, claro, pretender que la panda de dorios analfabetos que había heredado los restos de ese mundo comercial y palaciego entendiese de estas sutilezas de geopolítica, es como pedirle al españolito medio que busque al culpable de la crisis actual más allá de su político-sindicalista-banquero más odiado: es un problema de falta de cultura, de ilustración y de raciocinio. Es por ello que los ecos de una prolongada lucha entre potencias militares y económicas quedaron reducidos, en las manazas de estos gañanes procedentes de Europa Central o algún agujero de subcultura similar, a un asunto de cuernos; que es el referente más cercano sobre conflictos diplomáticos que poseen los habitantes de ciertos barrios que todos sufrimos en nuestras ciudades, a juzgar por los índices de audiencia de Sálvame.

“De modo, querida Amparo, que el Mohedano ha decidido llamar a consulta a su embajador en la 5, debido al conflicto diplomático surgido a raíz de las declaraciones de ciertos agentes pagados por intereses estratégicos ocultos…”
“Ya te digo, Sonsoles, que esto cada vez me recuerda más al escándalo Irán-contra. No descarto yo una imprevista resolución de Naciones Unidas, si es que el veto de Rusia no termina de complicar las cosas…

Lo sucedido entre este trío de griegos ejemplares (Menelao, Helena y Paris), tenía ya de antiguo diferentes versiones, dependiendo de la familia a la que uno pertenezca; aunque casi todos vienen a coincidir en que Helena era una guarra… Motivo de mayor advertencia para aquellos padres que deciden llamar así a su hija: si lo hacen en recuerdo de la santa madre del cristianísimo emperador Constantino el Grande, está bien; si es por la griega soporten luego los pertinentes “oyoyoyoyoyoiii” con semblante estoico. No obstante, pueden argumentar alguna explicación post LOGSE políticamente correcta donde Helena, dueña de su destino y muy consciente de su género, prefirió abandonar la prisión de un matrimonio de conveniencia sin amor, para marcharse con el primer chulopo de buena planta y, por supuesto, de billetera gorda, que asomó la jeta por palacio. Vamos, lo más normal y acorde con la mentalidad del siglo IX-VIII a. C.

Héctor: “¿Que qué?”
Paris: “Que me llevo a la MILF de Menelao a Troya, joder”.
Héctor: “Definitivamente, Paris, hermano mío, eres el tonto de la familia”.
Helena: “No me lleva ¿eh?, me voy yo por mi propia voluntad; a ver si nos dejamos ya de estereotipos machistas, coño, que estamos en pleno siglo VIII”.

En fin, que Menelao, como buen dictador patriarcal y falocrático, decidió declararle la guerra a Troya porque no querían devolverle a su churri. Que igual el tipo tampoco es que estuviera muy entusiasmado con la idea, pero a ver quién es el guapo que se pasa por la peña y aguanta los comentarios del resto de basilei (shurmans, para los que no hayáis estudiado griego antiguo). Porque total, nueve años de guerra, la mayoría de los canis importantes muertos o detenidos por la benemérita, y al final Troya termina incendiada y con la licencia de local de entretenimiento revocada permanentemente. Claro que hay que ser muy burro para escuchar los consejos y las ideas de Ulises, un basileus chabolista de Ítaca, y alunizar un caballo de madera contra la macrodiscoteca… Vamos a ver, señores, que lo del “ingenioso Ulises”, es una forma que tienen los académicos de traducir el “politoxicómano Ulises” para que quede bonito en la Biblioteca Clásica Gredos. Y es que solamente el consumo reiterado e ininterrumpido de sustancias psicotrópicas puede impedir a un tipo regresar a su casa por espacio de veinte años y contar semejantes trolas sobre magas, cíclopes y maldiciones gitanas. Aunque el rollo de Penélope de tener engañados a los pretendientes con lo del manto…, o eran de coeficiente intelectual muy bajo o todos tenían participaciones en Inditex.

Penélope: “Churri, te he esperado veinte años sin liarme con ninguno de tus shurmans…”
Ulises: “Gordi, que me han liao los colegas y he perdío el metro… Oye, ¿y ese niño?”
Penélope: “Telémaco es tuyo, ¿no te acuerdas?
Ulises: “Aro, aro que me acuerdo Gordi, ¿no ves que ya no me meto?”.

Fin de paréntesis. Regresemos pues, a la contienda Agamenón vs. Brad Pitt. Aquiles, como buen niñato malcriado y de familia bien, no gestionaba muy bien eso de la frustración, por lo que dijo que ya no peleaba y se fue enfurruñado a su tienda; imaginamos que a jugar con la Play, que esa nunca te traiciona como los amigos humanos, con sus opiniones propias, sus gustos y esa manía de pensar diferente a ti. Mientras, al cachondo de Patroclo, que nunca debió abandonar los estudios, se le ocurrió armarse con la panoplia de Aquiles, se plantó en el campo de batalla de tal guisa y se lo cargaron los troyanos... Infeliz. Aquiles, con la barriga llena de Gatorade y de pollito a la plancha, terminó de cortocircuitar, se cambió el apellido Pelida por Montoya y empezó a jurar por sus muertos. Después de recopilar objetos mágicos cedidos por sus patrocinadores olímpicos (del Olimpo de verdad, no hablo de Hyundai ni de Coca-Cola, ¿eh?), se fue en busca de Héctor, el payo kinki que había matado a su Patroclo.

Yelmo mágico +2 DEF críticos en la cabeza; +3 CAR e Intimidación. Grebas +2 DEF críticos piernas; +1 tiradas de habilidad que impliquen movimiento. Escudo +5 DEF contra botellazos, lapos y cuchilladas. Armadura +3 DEF general, MP3 y Bluetooth.

Héctor acepta el combate; pero sus padres Príamo y Hécuba, junto con su esposa Andrómaca, tratan de impedirlo. Y con razón: Héctor era el clásico shurman que, después de haber sido un balarrasa, ha acabado preñando a la Vane y se ha dado cuenta de que tiene canas y de que el fútbol se ve mejor en el plasma de la salita que en el Gol Norte. Entonces cambia el carro de guerra deportivo por un monovolumen y se caga en las muelas de su hermano, Paris, por ser tan descerebrado como lo era él a su edad. Sin embargo es todavía un guerrero auténtico, y lo que no iba a consentir es que Aquiles lo pregone por todo el barrio, que lo llame vieja cagona y que le desmonte el chiringuito a Príamo, que ha sido siempre un padre de familia honrado y trabajador; con unos hijos un poco rebeldes, ná más. Así que no le quedaban más narices que enfrentarse a la cólera funesta del psicópata Aquileo.

Andrómaca: “Ya que te vas de cachondeo con los amigotes, por lo menos llévate el casco de la moto que te regalé por tu santo, ¿no?”.
Héctor: "Que sí, Maca, que sí. Oye, ¿tienes suelto, que le debo 20 dracmas al del bar y se pone mu pesao recordándomelo”.
Astianacte: “Opá, tráeme cartas de Pokemon”.

Los héroes entablan combate finalmente, pero con todo lo que hablan aquello debía parecerse más a una reyerta en la Feria de Sevilla que a una auténtica lucha entre profesionales de la guerra, supuestamente entrenados por centauros, dioses, ex legionarios y otros personal trainers de la época:
-Héctor, ven p’acá, perro, que te vas a cagar.
-Ven tú, maricona, tanto llorá por Patroclo. ¿Qué era tu novio?
-Hijoputa, te voy a sacar las tripas.
-Me vas a comer la...
Así continúan por espacio de varios minutos, animados por sus coleguitas y sus tipas, sin que ninguno de los dos “héroes” haga nada por iniciar realmente el combate. Al final se tiran las lanzas medio tapados por los escudos, sacan las chairas (Homero dice que eran grandes espadas; pero es que Homero no había visto una espada grande en su puta vida, of course) y uno apuñala al otro en la garganta. Luego, siguiendo al pie de la letra su condición de ancient gentleman, el Pelida Aquileo... ¡Amarra el cadáver de Héctor a su carro y lo arrastra dando vueltas alrededor de las murallas de Troya! WTF!!! ¿Eso se hace con un enemigo caído, malasangre? ¿A ti qué educación te han dado? Tu madre será una diosa, pero tú eres un hijo de puta, hombre.


miércoles, 25 de julio de 2012

Carchuto, el último de los alanos




Ser miembro de la tribu de los alanos se había convertido en una mierda alrededor del año 418 d.C. Sí, vale, molabas porque eras un bárbaro auténtico, de sociedad nómada y pastoril; el puto Hell Angel de las migraciones germánicas en la Antigüedad Tardía. El merchandising que ibas a generar en el futuro rivalizaría con el de Star Wars y, al contrario que las mariconas de los jedis, a ti te venerarían miembros del sexo masculino, heterosexuales, carnívoros y bien proporcionados; no gordos vírgenes y otros fanáticos del zen vegano.

A la izquierda, ¡una ídola, una crack, una diosa antigua del pueblo alano! A la derecha... pffff, ¡bwahahahahahaha!


Pero, hoy por hoy, la cosa se había puesto muy chunga. Ya debías de habértelo olido hace unos años: el desempleo estaba por las nubes pero, asaltar una oficina del Inem romano más allá del Rhin aprovechando que el río estaba congelado, no había sido una buena idea en el fondo, no. Y menos si lo hacías junto a los suevos, unos catetos obsesionados con las subvenciones del subsidio agrario de Roma; los vándalos asdingos, unos canis cuyo dios pagano era un cantaor indoeuropeo de la Bactriana, y los vándalos silingos, unos pastilleros que adoraban a una espada clavada en el suelo –tócate los cojones—y con tendencias destructivas alarmantes. Las posibilidades de acabar en un epic fail eran muy altas pero coño, ¡qué movidón, colega!: Roma no pudo conseguir antidisturbios suficientes para desalojaros y al final os quedasteis en la Galia…


De izquierda a derecha: guerreros suevos, vándalos asdingos y vándalos silingos, tal y como los describe la Crónica de Hydacio en el siglo V d.C.

¡En la Galia, macho! ¡Toma! ¡Triunfazo!: vino, aceite, trigo y tías limpitas y liberales… El Paraiso arriano, joder. ¡Os había tocado la lotería de Wotan; el premio gordo de los Nibelungos! Que sí, que a la gente le gusta mucho la imagen del bárbaro libre, salvaje e indómito; pero lo que mola de verdad es comer todos los días, y a ser posible dieta mediterránea, que a la larga las arterias se resienten con tanto jabalí, tanto venado y tanta manteca. Los bosques está bien para un rato: para cazar, ir a por leña y poder cagar a gusto lejos de la choza. Para todo lo demás, los árboles mejor cortaditos y apilados en la chimenea. Y al que le mole la mugre, la peste a choto, la barriga cervecera y las novias feas, que se meta a recreacionista.

Así comienza una de las leyendas germanas más famosas: "Fuése Ememberga  al bosque a mear tranquila y encontróse al pueblo antiguo mirándole el culo...". En antiguo alemán rima mejor, lo juro.

Pero luego os liaron, reconócelo. A la peña dejó de ponerle pinocho la vendimia, las baguetes y el sexo oral en todas y cada una de las relaciones con las galorromanas. Entonces algunos empezaron a hablar de Hispania: que si se vivía mucho mejor que en la Galia, que tenía mejor aceite de oliva, que las tías estaban más buenas, que la liga de fútbol era mucho mejor, que el sector inmobiliario había experimentado un proceso de expansión sin precedentes, debido a la tendencia del hispanorromano medio a invertir en el opus latericium y, por ende, había trabajo para todo el mundo en los albañiles…

Constantinus Speculator Maximus. Moneda conmemorativa de la primera junta de accionistas de Bankia.
 
Desde luego que fuisteis gilipollas: escuchar las promesas de un césar hispano coronado por el general britano de otro usurpador que se creía heredero de Constantino el Grande… ¡Menuda panda de especuladores! Porque al principio todo fue de puta madre: llegasteis, repartisteis un buen puñado de hostias para llegar a un buen convenio laboral con los hispanorromanos y, para más suerte, a los alanos os tocaron dos provincias romanas en el reparto del PGOU: la Lusitania y la Cartaginense. De costa a costa para echar el fin de semana después del tajo a lomos de tu montura por las vías romanas, las autobahn del Bajo Imperio… Que se jodieran suevos y vándalos y Up the Irons!, hostias.
 
Hispania según el PGOU del año 410 d.C. En fucsia suelo VPO del ayuntamiento de Tarraco.

 Sin embargo, lo bueno no podía durar. El emperador Honorio pinchó la burbuja de los usurpadores Constantino III, Máximo y Joviano; intervino Hispania y os mandó de nuevo al paro a todos. Luego llamó a sus aliados visigodos para que os aporrearan por toda la Península, hasta que depusierais vuestra actitud violenta y cesarais en vuestras reivindicaciones. ¡Qué hijoputas los visigodos! Los típicos colegas de farra que, en cuanto se echan novia, aparcan la Harley y se meten a legionario. Y entre el 417 y el 418, estos traidores a la causa bárbara os dieron palos hasta en el carné de foederati.

Valia, rey de los visigodos, al frente de sus guerreros en algún lugar de Hispania; circa 418 d.C. Obsérvese que los federados visigodos habían adoptado completamente el armamento y las protecciones de sus aliados romanos.
Y ahora te ves en la puta ruina. Con un título de FP de Grado Medio de Incursor Bárbaro expedido por Teodosio, que no te lo convalidan salvo las prácticas de razzias y saqueos de empresas. No te queda más remedio que juntarte otra vez con los suevos y los vándalos lolailos en la Gallaecia, a tocar la gaita, o bajarte al sur y trabajar de segurata de los cortijeros de la Bética de patilla laticlavia (patilla de hacha para los que solamente hablan germano antiguo), a cambio de los papeles de residencia temporal.

Eso o, claro está, hacerte madero como los visigodos.

Aunque a ti te da igual. Lo importante es que te dejen tu espada, tu montura y tus CDs de Black Metal escandinavo…

miércoles, 18 de julio de 2012

El Shurmanato Tokugawa


Los casi trescientos años del régimen iniciado después de la batalla de Sekigahara (21 de octubre de 1600) por Tokugawa Ieyasu (el apellido primero), supusieron el mayor plan para la Formación Profesional llevado a cabo por un gobierno hasta la fecha.


Botellona de Sekigahara: "Shuprimo, s'acabo el hielo".

El día 22 de octubre, más o menos por la mañana, Ieyasu se levantó con una resaca de sangre del copón y con una idea en mente: ¿qué hacer con los miles de canis con coleta y media cabeza rapada y con más hierros que una siderurgia vasca, ahora que le había petado el caca a su principal enemigo? Porque no es fácil convencer a un shurman que deje de sacar la katana de paseo, aunque sea para mostrársela a su churri, y porque de todos es sabido que tener a un japonés ocioso conlleva más peligro que una piraña en un bidé: le das dos horas libres a los supervivientes de Sekigahara y te fundan Nintendo, Toyota y Panasonic dos siglos antes de que un yanki malfollao invente la bombilla... No era plan.

Ieyasu a punto de firmar la LOGSE.
Por eso el gobierno Tokugawa extendió unos atractivos módulos de grado medio de Administrativo a lo largo y ancho de Japón, para que los señores feudales -cómo le mola a un shurman viejuno que le llamen así con respeto, a pesar de haber sido una escoria violenta toda su puta vida- tuvieran a sus "shicos" entretenidos en algo y no anduviesen planeando una nueva guerra. El ministro de Educación debía de darle bastante al sake de tetrabrik, porque los estudio de la FP Tokugawa contenían asignaturas como: "Arreglo floral minimalista", "Ceremonia del té enrevesada", "Peluquería de calva y coleta", "Caligrafía guay"...; más propias del módulo de Esteticién Modenna. En cambio a las japonesas les enseñaban a manejar la naginata y a cortarse el cuello si alguien intentaba violarlas... Sin comentarios.


"Akira, debimos matricularnos en BUP". "Corta y calla, Tetsuo. Las tías de BUP son muy feas".

Así, tras instruirlos un poco, colocaron de funcionarios a casi todos los cani..., perdón, samuráis, en sus respectivos feudos. La tasa de fracaso escolar fue, no obstante, elevada, de ahí que surgiera el grupo de los rônin, los llamados "hombres ola"; los repetidores de toda la vida, vamos. Sin oficio ni beneficio pero demasiado orgullosos para cualquier trabajo manual. ¿Les suenan de algo? Seguro que han conocido a muchos de estos en su propio barrio.

"Pues sí Yeni, papá ha suspendío matemáticas, como tú"


El problema es que tener a un cani estudiando es un dolor de cabeza, como muchas madres de barrio chungo ya saben. El cani es un guerrero idómito, no un contable; por lo que, a pesar de las advertencias del shogunado, Japón puede disfrutar hoy día de una gran industria del manga y del drama histórico gracias a las castrojadas y ocurrencias varias de estas criaturitas...

"Se va a enterar el segurata ese de quién es Yónatan Kuniyoshi Motonari... Por mis muertos que entro en la caseta".

Lo primero que se les pasó por la sesera fue "escribir" un código, el Bushidô, para dejar muy claro que ellos eran tíos muy auténticos y echaos p'alante. Y en él escribieron todas las fantasmadas que alguna vez habían berreado por ahí, pero que casi ninguno de ellos había cumplido siquiera un poquito. Si alguien sigue el Bushidô al pie de la letra, sus posibilidades de sobrevivir al primer año como samurái se acercan al 5%; 0% si eres fan de los superhéroes y tienes gafas. Por lo tanto,  podemos colocarlo en la estantería de ficción histórica, junto a la Biblia y a la Historia Contemporánea de España.

Primera edición original del código de Bushidô. Luego se editaron el Compendio de monstruos y la Biblia del tunning.

A continuación, como buenos shurmans, habiéndose creído lo escrito en el código, trincaron su arma principal (no, no era la inteligencia), la archiconocida katana, que es un sable militar y lo adoptaron como arma de civil… ¡Hay que tenerlos bien puestos! ¿Sois conscientes de la que puede liar una vulgar chaira en una reyerta? ¡Bien! Pues imaginaos el mismo tipo de pelea marrullera, ¡con una katana! Tras doscientos y pico años de furor gonadal malcontenido, la ONCE pudo haber sido la empresa con más activos en las islas niponas. Hubo quien, compadeciéndose de ellos, abrió escuelas para enseñarles a manejar correctamente su arma… Craso error, porque cuando en los años ochenta del siglo XX los gimnasios de artes marciales nos revelaron las bondades del full contact y el ninjutsu, los pringados tuvimos que padecer a canis ciclados y con conocimientos de combate…

"A ver, nerd, explícale a mis colegas el juego ese de Vampiro: La mariscada".
Algunos estaréis diciendo, ¡pero bueno!, ¿es que este energúmeno no ha oído hablar de aquello de la pluma y la espada y tal? Of course, I did. Otro timo. Alabar la importancia de la clase samurái en el desarrollo de artes como la ceremonia del té, la caligrafía o el haiku, es equivalente a reconocer el valor que tienen hoy día el tuning, el graffiti y el rap: ¿Pueden elevarse a la categoría arte? Sí. ¿Lo inventaron unos canis de mierda? También.

miércoles, 11 de julio de 2012

Presentación

Bueno, pues, por presión de mis cientos de "fans", al final me he decidido a abrir un blog con el objeto de que todas las pamplinas que chorrean de mis sesos no se pierdan "como lágrimas en la lluvia". De esta forma, cuando mis hijos sean mayores, podrán confirmar las actuales sospechas de que su padre está bastante picueto. Mi mujer ya se ha dado cuenta, no es necesario que la advirtáis al respecto...

No tengo ni idea de con cuánta frecuencia actualizaré este blog: eso va a depender mucho de cuántas veces acuda la "inspiración" a mi trastornado cerebro o, en última instancia, a la celeridad con la que mis supuestos amigos logren grabar mis palabras cuando me dé un apretón de chuminadas.

Lo que sí espero es que disfrutéis con las entradas al menos tanto como yo lo hago escribiéndolas. Si no, en fin, hasta que me convierta en caudillo de España no puedo obligaros a leerme y a reírme las gracias.

Finalmente, por si algún día se cumple lo de ser caudillo, me veo en la obligación de dejar una frase para la posteridad (perdón por las mayúsculas, pero debéis de entender que es por el efecto dramático):

SI TE GUSTA LA HISTORIA, ESTUDIA INFORMÁTICA.

Permanezcan atento a sus pantallas... Muy pronto, la primera entrada...