viernes, 25 de abril de 2014

El ciclado Arturo, behind the leyenda

No sería este un blog digno de un público refinado y cultísimo como todos ustedes si, tras tratar la grandiosidad milenaria del Egipto de las piedras, los dioses Pokémon, la industria conservera de faraones y de Cuarto Milenio, no hicera lo propio con otro de los sempiternos temas presente en toda tertulia de informáticos y demás intelectualoides servidores de la diosa madre Ciencia, así como en cualquier foro serio, pero serio de cojones, sobre novela histérica histórica: el controvertido final de la presencia político-institucional de la administración y el gobierno de Roma en Britania y sus más inmediatas consecuencias en la posterior conformación del nuevo paradigma histórico en el espacio socio-geográfico de las Islas Británicas (frase que muy bien habría podido intitular esta entrada, si no supiera yo de antebrazo que trato con gente de bien que no se deja engañar por la charlatanería propia de tesinandos babosos de rodilleras de cuero y amplio orificio bucal). Un tema apasionante que he tardado en sacar a la palestra porque deseaba estar completamente seguro de que disponía de droga suficiente era capaz de desarrollar la materia en un lenguaje sencillo, comprensible y alejado de todo gongorismo y florituras inanes.

El controvertido final de la presencia político-institucional de la administración y el gobierno de los ándalos en Westeros y sus más inmediatas consecuencias en la posterior conformación del nuevo paradigma histórico en el espacio socio-geográfico de las Islas de Poniente.
 Editorial Frécol, Carcosa, 2014.

Como recordaran los asiduos seguidores de Páramon Jístori -y si no ya se lo recuerda el link pertinente- en el año de Nuestro Señor Yei Si de 406, algunas bandas de violentos moteros antisistema criados al solaz del indolente buenrrollismo socialdemócrata del Divino Teodosio (español tenía que ser, y seguro que andaluz, que esos solamente viven del PER, de la PAC, de los FSE y del CUEN), trataron de joder las campanadas de fin de año, pues al grito de ¡Prepárate Igartiburu, que vas a arañar más que un galápago en un cubo de zinc!, el día 31 de diciembre cruzaron a lomos de sus monturas el Rin helado y se desparramaron por la Galia como una manada de japoneses por un mercadillo de bragas usadas. Ante la acampada solidaria de suevos, vándalos y alanos del movimiento Occupy Gallia Lugdunensis, al pijiprogre Honorio se le hincharon los tegumentos procreativos y decidió recurrir a un tío chungo de verdad, Manuel Valls Flavio Estilicón, un antiguo miembro de los Hammerskins que, al más puro estilo Edward Norton, se había reformado estudiando Derecho y entrando en política (dejen de reírse, si ustedes no creen que esto es una forma válida y digna de reinserción es porque son unos rojos de mierda), para que acabase con el cachondeo que habían montado en la amada tierra del queso azul y del porno con familiares. Porque la Galia, a principios del año 407 se había convertido en una rave loca organizada por Blesa, Correa y el Bigotes, y con Titus Maximus Paquirrinus como DJ estrella. De modo que, a mitad del verano, se habían agotado el queso azul, el foie gras y el don Perignon, y los galorromanos habían recibido una cantidad tan exagerada de afecto motero que, en adelante, serían incapaces de pronunciar correctamente la letra "r".

El magister militum Flavio Estilicón y su fiel aliado Saro, proceden a explicarle al godo Radagaiso que "el odio es un lastre. La vida es demasiado corta para estar siempre cabreado. No vale la pena..."; antes de ponerle los dientes en un bordillo, tal y como explica el historiador cristiano Orosio.

Ante esta penosa situación, la provincia insular de Britania andaba un poco revoltosa. Les habían llegado los flyers de la rave e incluso algún que otro sajón trasnochado del otro lado del Canal, todavía con media papa y pensando que toda Escocia es orégano. A los miembros de la Diputación de Londinium no les habían llegado los iphone nuevos de Robafone y estaban sin comunicación con Rávena (la capital del Imperio de occidente no era ya Roma, porque la cadena Starz había alquilado la ciudad eterna para rodar esa serie porno-gore tan exitosa que todos ustedes han visto: Espartaco, el torero albanokosovar); motivo por el cual andaban un poco sueltos de esfínteres y porfiaban entre ellos por ver quién asumía el marrón de ir a decirle a los simpáticos hijos de puta de más allá del limes que había gente que trabaja mañana, que era la tercera vez que le despertaban a la Jéssica Prócula con el trabajito que había costado que cogiera el sueño y que si no bajaban el volumen de las violaciones y las matanzas iban a tener que llamar a los municipales. Ninguno se ponía de acuerdo de a quién había que colgarle el marrón: "Ve tú Marco, que eres más guapo y siempre vas depilado"; "No, mejor vas tú, Tito que tu mujer es sueva y tú hiciste un cursillo de 'Gestión de crisis invasoras' en la UOC"; "Que vaya Constantino, que tiene un Volkswagen"... Y ante semejante argumento final sin posibilidad de réplica, como consta en la Historia Nova de Zósimo, Constantino, teniente coronel legionario del Tercio de Eboracum, con los cojones pegaos al culo como los leones y con unas ganas horrorosas de perder de vista la puta isla de Albión, fue proclamado emperador y, agarrando el canasto de las chufas, se plantó en la Galia con todas las fuerzas militares de Britania, incluida la cabra, su parienta y la imagen del palio de la Virgen del Lago Ness. Sin embargo, justo antes de partir, convocó a la elite britanorromana y, tras el pertinente pito pito gorgorito, le plantó las llaves del cortijo Villa Neblina (Locus Abominabilis en el latín original) a un tipo con menos luces que un candil apagado de nombre Aurelio Ambrosio -o Ambrosio Aurelio, que lo mismo da que da lo mismo.

- Bueno Sexto Polión, entonces para Semana Santa estaremos de vuelta, ¿no?
- A esta isla asquerosa van a volver tus muertos, Aureliano. Entre el clima de mierda, los fish and chips y lo fea que son las tías de aquí, antes me tiro en pelotas a los leones.
- Coño, pues yo dejo novia en Southampton.
- Me duele la boca de decirte que ese rubio es un travelo, Aureliano. No hay mujeres tan guapas en Britania.

Las fuentes no se ponen de acuerdo en si el teniente coronel Costantino dejó como capataz al Urelio o a su padre Eleuterio Cabesavíbora, un prenda bueno criado en ese barrio de Londres donde nunca llegó el curso de inglés de Muzzy y que lo más decente que ha sido capaz de producir es al tipo aquel deshollinador que le limpiaba el tiro de la estufa a la cachonda de la Mary Poppins, esa que había estudiado en un colegio del Opus pero que le pegaba tela al LSD y acabó de monitora de Animación Sociocultural en la alcaldía de Madrid. Pero es que las fuentes, como los políticos, nunca se ponen de acuerdo; que parece que Isidoro de Sevilla estaba esperando a que Juan de Biclaro colgara en el Twitter aquello de #bestcronicadeespañaever @HidacioChaves @Isidorohispalensis @Gregoriopontifexmax Esta vez lo he petao frikis, os espero en la Fnac, bitches; para corriendo contestarle: #bestcronicadeespañaever @Johannesbiclarensis @HidacioChaves @Gregoriopontifexmax No mames loser, en breve saco mi De viris hipsteribus y te vas a arañar parriba, perraca. En fin, historiografía, cómo me sube la libido. Bueno, que resulta que el Cabesavíbora tenía más peligro que un Alien con alergia y había carteles con su foto colgados hasta en el muro de Adriano, por la parte de afuera para asustar a los escotos y a los pictos; que si la Guardia de la Noche hubiera colocado una Jumbotron en el Muro con los vídeos del Youtube de Eleuterio, Mance Rayder se habría vuelto a Cuba a dormir con Fidel y habría dejado en paz al mundo libre. No obstante, en Páramon Jístori somos de la opinión de que el Cabesavíbora andaba ya abonando el huerto de Cristo cuando su hijo Urelio recibió la enorme responsabilidad de convocar a todos los chavs y chavettes de Britania para anunciarle en su dialecto celta: Ira Peñaaaaaaaa, ke san io lo romano y la madera ai toa shungaaaa!! Ke ahora to esto e nuestrooooo asin to ancho y to wapoooooo!! fIESTaaaaaaa ShUrMaNoooS!! Y ar ke no le guste ke hable con mi poya Excalibur, ke le meto ahi y le dejo en el suelo comiendo tierra. Asin ke ya sabeis so mierda ke aora yo soi er PUTO AMOOOOO!! Y es que al Urelio daba miedo verlo, clavaíco a su padre. No había dado un palo al agua en toda su vida, porque ser descendiente de estirpe guerrera en Britania era lo que tenía, que con los romanos como exclusiva fuerza de represión autorizada, lo único que podías hacer era ciclarte en el gimnasio y trolear en el Forocuádrigas. Por eso nuestro protagonista, fanático del fitness, con las pelas del último palo que su padre había dado en un chalet de Camulodunum, había abierto el gimnasio Camelot, donde se reunía con todos sus shurmans, que le conocían no por Aurelio ni Ambrosio, sino por el nick del Forocuádrigas: Artur, que había elegido porque él también estaba a favor de la independencia de Albión para escapar de la ruina y de la opresión de la tiranía españolista romana. Aunque todos le respetaban como macho alfa auténtico que era, Artur era muy generoso con su gente y les dejaba opinar a todos con absoluta libertad sobre ejercicios de cardio, suplementos deportivos y tunning. Incluso en el MacDonald's siempre se sentaban en una mesa redonda, todos en sillas, para que nadie se quejara de que no le había tocado el sofá y las patatas fritas del menú las echaban todas juntas en una bandeja y las compartían; ya el ketchup y la mayonesa se la echaba cada uno en la suya, y al que pedía mostaza lo echaban del grupo por maricona.

Artur celebrando su cumple en un MacDonald's del East End. Por aquel entonces ya estaban de moda las coronitas del cartón.

Como los anabolizantes, las pastis y las palizas que le había propiando su viejo de chico no le habían dejado el coco muy fino a Artur, pronto se vio rodeado de una corte de los milagros arribista y manipuladora compuesta por algunos de sus amigos y parientes. Entre ellos, destacaron por su activa participación en los asuntos de la política insular postromana, su camello Merlín, un hippy galés con más mala hostia que una cena entre Mourinho y el calvo de Breaking Bad, y la hermanastra de Artur, Morgana la Foca, que era como Alaska después de haberse comido a Mario Vaquerizo, haberlo cagado y haberlo vuelto a fagocitar; una yesi con inquietudes que había logrado terminar un módulo de F.P. de Esteticién y se ganaba la vida maquillando a la gente del Sálvame. Pero que tenía una fijación enfermiza por su medio hermano, fruto de las precarias condiciones de vida y las estrecheces de la cabaña de la favela londinense que había sido su hogar, donde por las noches era difícil evitar la presencia de la poderosa Excalibur... Artur pasaba mucho de ella, sin embargo. No así de Merlín, al que temía contrariar y que le cerrara el grifo de las Mitsubishi, por lo que el galés fue haciéndose un hueco a codazos en el consejo real del gimnasio y le recomendó contraer pronto matrimonio, no fuera que a base de pasear la espada por Britania le aparecieran más niños que a Julio Iglesias y hubiera que enchufarlos a todos en el negocio, con el consiguiente peligro de que cualquiera de los niñatos, armado de los valores de inspiran a todo canorro, se rebotara y le cortara el gañote cuando fuese un puto ex-toxicómano viejo y decrépito. Artur aceptó los sabios consejos de su amigo y proveedor y la elegida fue Jennifer Saray, otra galesa, hija de un compadre de Merlín al que éste le debía un par de favores de cuando la Consejería de Agricultura le había denegado unas ayudas de la PAC para el cultivo de "hierbas mágicas". Jennifer Saray era el epítome de la chavette britana: fea, vulgar, hortera y violenta a partes iguales. De hecho, tras su muerte se convirtió en Santa Jennifer, cuya onomástica se celebra todos los días en los extrarradios de casi todas las ciudades europeas bajo diversas advocaciones. Su carácter de exclusive pussy, pronto la enfrentó a su cuñada Morgana, de manera que si se encontraban por casualidad en el Camelot, no faltaban los mechones de pelos, los pendientes de baratillo y los tacones rotos por los suelos del gimnasio. Artur estaba hasta los mismos de las dos, pero como buen guerrero jamás intervenía en las rencillas de las dos principales damas de la corte, limitándose al tantas veces citado por las fuentes del ciclo artúrico "Tarse kietas ya, guarras", que hoy día puede leerse en el escudo real de Gran Bretaña.

- Coño, Yeni Saray, ¿las robao el vestío de bodas a tu prima la shica?
- No, a tu puta madre, Morgana.
- Te vi a meté una tragantá ke te va a mea en el tanga de los chino ese ke yeva...
- Hi, aro, tú lo ke me va a komé to lo ke se yama...
- Por favor, miladies, vamos a comportarnos debidamente; se trata de una boda de Estado de la que depende el futuro político de Britania.
- Nimué, bonita, vete al lago a lavarte er jigo.

Con una situación familiar tan tensa, el nuevo líder Artur prefería pasar cada vez más tiempo fuera con sus guerreros de elite. Entre la crème de la crème de su guardia de corps palatina había algunos realmente pintorescos como Gawain, sobrino de Artur, "más malo que un dolor y más perro que un gitano de vacaciones", como lo describe el poeta francés Cretino de Troya; aunque la moderna historiografía pone en tela de juicio la versión de éste porque, como explican los dos grandes conocedores de la saga artúrica C. Barber y D. Pykitt en su trabajo Journey to Avalon: The Final Discovery of King Arthur: "No te vayas a fiar de lo que dice un gabacho gilipollas, que mienten todos más que mean. Si acaso léete lo que escribió Geoffrey de Monmouth que te vas a partir". Otros como el Percy, un pijo de Notting Hill; el Caraja, muy buena gente "pero algo moña y más despistao que Ada Colau en Kabul" como lo describe Thomas Malory, y Burp el Flato, protagonizaron una de las más grandes aventuras relacionadas con el ciclado Arturo: la búsqueda del Santo Grial para lograr dilucidar si Jesucristo, en la Última Cena, había usado tinto de verano o kalimotxo. Aquello acabó malamente cuando los tres shuprimos empezaron a mezclar los porros, la coca y los Evangelios, pillaron un Ryanair hasta Ibiza y fueron detenidos por repetidos intentos de violación a un pobre pescador que les había prestado su barca para dormir la mona. Pero el más conocido de todos, por ser más cabrón que bonito, fue Lanzarote Sin Premio. Este tiparraco, familia de Nimué la del Lago, era un payo sin honor ni palabra que, gracias a que era alto, guapo, moreno de ojos garzos y poseía un culo apretao y golosón el muy pirata, había logrado llegar a convertirse en el profesor de spinning de Camelot. Como le llenaba el gimnasio con más abonados que el Gol TV, Artur se hizo el longui al principio, a pesar que tanto su hermana la Foca como su mujer Jennifer se pasaban todo el día encima de la bici. Sin embargo, cuando ya no podía calarse el yelmo y tuvo que inventar el casco vikingo, Morgana confirmó sus protuberantes sospechas: "la Yeni sastao revolcando con el pichabrava en tu banco de abdominales favorito, shurmano".


Lançelot du Lac poniéndole ojitos tiernos a la Yeni: "Si me cepillo a la penca esta me hacen fijo en el gym".

A partir de este momento, la vida se le complicó muchísimo a Artur, nuestro querido cani. Reyerta tras reyerta, fue encargándose de su parienta, de los partidarios de Lanzarote Sin Premio, de los invasores anglos y sajones amantes del Doom Metal, del puto Merlín que se había pasado al cártel de Sinaloa, de su hijo Mordred que le había salido gótico y de su hermana la gorda. Asqueado de tanta lucha y tras el definitivo fracaso de la expedición del Grial emprendida por los tres gáñaros de sus colegas, Artur cerró el Camelot, se dejó crecer las patillas, se hizo hermano mayor del Santísimo Cristo del Porsche Cayenne y Nuestra Señora del Rebujito, se compró un dúplex en Avalon Resort Ciudad de Vacaciones y tiró las llaves del cortijo britano al lago de Nimué, al tiempo que pronunciaba las últimas palabras que cierran la mayoría de las crónicas medievales sobre este personaje: "Ke sus vayan dando mucho porculo, hoygan!"

jueves, 9 de enero de 2014

Siglos de arena y momias

Después de un largo parón neuronal (es lo que tienen los internamientos psiquiátricos, que te encierran a ti y le dan vacaciones a tu coco), regresa justo ahora a sus pantallas Páramon Jístori. Y lo hace por dos motivos fundamentales: el izquierdo y el derecho... Bueno y porque, entre tanta orgía de conocimiento histórico, entre tanto atracón de ciencias sociales, entre tanta divulgación de calidad, este blog no podría hacer honor a su nombre si dejase fuera de cartel a una de las civilizaciones más estúpidas que hayan existido sobre la faz de la tierra, con permiso del Reino Unido y sus excrecencias transatlánticas (of course), y que tanto dinero le ha hecho ganar a National Geographic y a sus reporteros de chichinabo. Estamos hablando, efectivamente, de ¡¡¡EGIPTO!!!

Y así ad nauseam...

"¡Ah! Vaya invento", dirán ustedes. "Nos va a hablar de Egipto, el muy gañán. ¡Qué original!" Qué atrevimiento, ¿verdad? Hablarles de Egipto a ustedes, que lo saben todo acerca de los más de tres mil años de la estomagante existencia de esta peña. Que no saben distinguir una mastaba de un hipogeo. Que se piensan que a Tutankamón lo enterraron en la pirámide de Keops, después de una noche de farra en un bar de dragqueens y que los colegas iban tan borrachos que no recuerdan donde le dejaron. Que creen que Imhotep era un skin head gay con poderes mágicos, en lugar de un ejemplar único de hombre del Renacimiento del siglo XXVII a. C. Que... ¡Bah! No sé si cómo me molesto...

El de la izquierda, según la Wikipedia "merece ser considerado el arquetipo histórico, de filiación fehaciente, de lo que en la fecha denominaríamos un científico; sabio, médico, astrónomo, y el primer arquitecto conocido en la historia".
El de la derecha podía transformarse en cadáver putrefacto...

En fin, que estoy seguro que con esta nueva entrada del blog vamos a enemistarnos, con total seguridad y certeza, con los dos principales grupos de admiradores del Egipto faraónico: las clientas cincuentonas de Astrocanal y los hooligans de Íker Jiménez. Pero a nosotros, empeñados en arrojar luz sobre las tinieblas del fanatismo y la ignorancia, que trabajamos ardorosamente por divulgar la palabra no-revelada sino contrastada de la sabiduría occidental, sinceramente nos la pela. Además, ambos deberían agradecernos la labor que pretendemos llevar a cabo hoy aquí: la de conciliar esas dos posturas antagónicas y enfrentadas durante años, pues podemos afirmar orgullosamente que ambos poseen su parte de razón en el eterno conflicto por desentrañar el misterio de la cultura nilótica. Y es que, estimados lectores, la civilización egipcia, erigida en un polvoriento rincón del continente más desgraciado del planeta, fue obra de una inteligencia superior a la humana y de origen extraterrestre... ¿Cómo? ¿Que qué pruebas tenemos para defender semejante anatema? Una simple e irrefutable: la civilización egipcia es de origen extraterrestre porque NO TENÍAN CANIS. Efectivamente, a pesar de que al máximo consejero del monarca egipcio el faraón le llamara cariñosamente chaty, no existe un solo testimonio ni escrito ni arqueológico que nos permita identificar a ningún shurmano entre los egipcios, al menos hasta la llegada del pueblo hebreo como esclavos. Y eso, amigos, es muy raro.


El cani, según V. Gordon Childe, es el auténtico motor de la Historia. Después de decubrir esta gran verdad, el historiador decidió suicidarse.

Imagino que todavía andan recuperándose de la impresión (o del ataque de risa; depende de su nivel de intolerancia); pero, antes de que decidan continuar navegando por las procelosas aguas de la internete, abandonando este modesto pero definitivo blog, quédense con esta última perla de conocimiento histórico: vislumbramos pruebas irrefutables de que los exraterrestres creadores de la civilización faraónica fueron mujeres y, muy probablemente, funcionarias. Recojan la mandíbula inferior del suelo y desarmen por favor al comité de esnifadores de polvo y viruta de mojama grupito de egiptólogos, y déjenme que me explique

El Universo está plagado de millones de estrellas, muchas de las cuales sostienen su propio sistema solar, compuesto por planetas, algunos con condiciones favorables al desarrollo de la Vida y otros menos donde esa vida ha evolucionado a una forma primitiva de inteligencia semejante a la humana. Pues bien, aunque aquí en la Tierra estemos obsesionados con Internet, allá por Raticulín IV es posible que se hubieran cansado hace siglos de las limitaciones que ofrecen las tablets y el Facebook para jugar al Farmville o al Colonos de Catán y, si aquí las impresoras 3D ya están llegando a los hogares para que podamos construirnos nuestros propios dildos personalizados, allende Plutón lo que partía la pana hace tres milenios era la aplicación para móviles intergalácticos: "Diox, el software único que lleva a tu dispositivo la experiencia de sentirte un Ser Superior y te permite crear tu propia civilización; con más de diez millones de descargas en toda Raticulín III y ahora en oferta: paga el primer mes y te regalamos el segundo, más acceso gratuito a actualizaciones y beta tests". Este juego, en manos de un macho de la especie, pudo acabar degenerando en una especie de GTA San Andreas similar a lo que hay montado en Méjico pero de dimensiones cosmicas. Sin embargo, en manos de algunas empleadas públicas del Ministerio de Chanchullos y Subvenciones Arbitrarias (en Raticulín IV gusta llamar a las cosas por su nombre), dio lugar al experimento este que todos conocemos como Antiguo Egipto: una civilización de hombres y mujeres escuchimizados y bronceados, semi-vestidos de lino, con las tetas fuera en el desierto para tocarle bien las pelotas a la melanina y que llame a su hermana la chunga, con pelucones enormes para tener la cabeza bien escocía cuando bajas a la piscina de la urbanización, maquillajes de brocha gorda, bisutería de la que a tu madre le gusta rebuscar en las rebajas del Corte Albionés, hermanos que se acuestan con hermanas, símbolos reales sacados de un chino o del mercadillo de los hippies, oro y joyas por un tubo pero ni una pizquita de hierro para armas y herramientas, láser para cortar piedras pero luego a transportarlas con los cataplines, más funcionarios que en los bares un viernes a las dos de la tarde... En fin, un desaguisado propio de marujas aprendiendo informática en un cursillo del distrito.


En una civilización terrestre, el auténtico Rey Escorpión sería el de la izquierda.
En una partida de Civilization marciano, el de la derecha.

Todavía habrá quien me diga:
-Usted está aplicando una visión caduca y eurocentrista a una civilización original, alejada de la anormalidad del patriarcado falocéntrico grecorromano.

Algo que me sorprendería gratamente porque significaría que este blog lo leen personas con criterio (deleznable pero criterio) y no solamente las miembras de mi club de admiradoras. Lo cual no es óbice, empero, para que las carcajadas resuenen en las cuatro esquinas de este blog por lo disparatado de calificar al Antiguo Egipto como una civilización original. Porque, vamos, ya me dirán si no es un mojón tener una teología basada en dioses con cuerpo de personas y cabezas de animales (para mayor alegría de ateos y neopaganos, que piensan que es mucho mejor creer en dioses-bicho que en un progre resucitado); ¡coño, que el guardián de los muertos es el dios chacal, una alimaña que se come a los cadáveres que se pudren en el desierto! ¡Que por los menos San Pedro tiene cara de buena persona y el Demonio folla con quien quiere! Pero, ¿un chacal? ¿Y sacerdotes calvos? A saber qué suciedad poblaba la mente del diseñador del juego... Y luego está el tema de la arquitectura: todo hecho de piedra, ¡toma originalidad! Original habría sido, viviendo en ese maldito secarral, construir en madera de los bosques de Finlandia. Que mucho hablar de los grandes constructores de pirámides y la de Micerinos -Menkaura para los amigos-, por ejemplo, parece una tienda Quechua del Decathlon, que el pobre gilipollas se quedó sin pelas al estallar la burbuja del sillar de piedra megalítico que había montado su abuelo Keops, que con ese nombre seguro que era un especulador de cojones.

U.T.E. Keops-Sacyr Meseta de Guiza


Esta cultura estuvo defendida (es un decir, claro), por un ejército cagón, sin armadura y pertrechado con armas de risa como escudos de mimbre, arcos y flechas con chupón y una espada inútil que sirvió de inspiración a George R. R. Martin para diseñar otra mierda más grande con la que armar a los mongo-klingons follarrubias de sus libros. Se montaban en carros de guerra para tirar lanzas desde lejos, ¡qué viril! y remataban a sus enemigos con mazas... En fin, que a nadie debería extrañarles que los invadieran siglo sí, siglo no. Eso pasa por dejar a tu novia que juegue con tu usuario on-line, que cuando retomas el Need for Speed te ha comprado un Smart forfour con motor diesel 1.2 te lo ha pintado de rosa y ha publicado sus hazañas en el forocoches. Porque esa es otra, esta peña, los egipcios con un sistema de escritura altamente odiable, compuesto por pajaritos, cacharros de cocina y otros útiles propios de la decoración del mueble del salón de nuestras venerables progenitoras; se dedicaban a escribir más que "Divorciada74" en la web de Facilísimo. Total, para lo que tendrían que contarle al mundo. Igual entre tanto cartucho con el enésimo nick guays del puñetero faraón Pepi, tanto libro de los muertos y tanta relación de conquistas, todavía podamos encontrar la auténtica Política de Privacidad de Google.


¿Esto es producto de una civilización avanzada o bien fruto de la baja resolución del motor gráfico de un videojuego ochentero?

Si es que, no hay por donde coger a esta chusma. Porque ya me dirán, ¿a quién sino a una retorcida y ociosa mente femenina extraterrenal se le ocurriría lo de embalsamar a los muertos? Una técnica asquerosa consistente en sacarle todo el mondongo, los órganos vitales (sin mediar campaña de donación del Servicio Andaluz de Salud) y el cerebro vía nasal convertido en batido de sesos, para luego salarte como a los jamones, vendarte como a un buen Sánchez Romero Carvajal y meterte en una caja profusamente decorada como si fueras a convertirte en el regalo estrella de la cesta de Navidad de unos comisionistas españoles. No me extraña que el jalufo esté tan mal visto por aquellas semíticas latitudes. Moisés, que de joven habría trabajado para Navidul, debió de acabar bastante harto de la política de salazones del faraón y decidió exiliarse al desierto donde recibió de Dios las tablas con la auténtica clasificación del ibérico, pudiendo terminar así, con las malas artes de las funerarias egipcias, que te colaban a un pariente de recebo como un cinco belloteps. Mucho después se alteró levemente este acontecimiento para mejor acomodo de la religión judía, pero eso ya es otra historia.