jueves, 9 de enero de 2014

Siglos de arena y momias

Después de un largo parón neuronal (es lo que tienen los internamientos psiquiátricos, que te encierran a ti y le dan vacaciones a tu coco), regresa justo ahora a sus pantallas Páramon Jístori. Y lo hace por dos motivos fundamentales: el izquierdo y el derecho... Bueno y porque, entre tanta orgía de conocimiento histórico, entre tanto atracón de ciencias sociales, entre tanta divulgación de calidad, este blog no podría hacer honor a su nombre si dejase fuera de cartel a una de las civilizaciones más estúpidas que hayan existido sobre la faz de la tierra, con permiso del Reino Unido y sus excrecencias transatlánticas (of course), y que tanto dinero le ha hecho ganar a National Geographic y a sus reporteros de chichinabo. Estamos hablando, efectivamente, de ¡¡¡EGIPTO!!!

Y así ad nauseam...

"¡Ah! Vaya invento", dirán ustedes. "Nos va a hablar de Egipto, el muy gañán. ¡Qué original!" Qué atrevimiento, ¿verdad? Hablarles de Egipto a ustedes, que lo saben todo acerca de los más de tres mil años de la estomagante existencia de esta peña. Que no saben distinguir una mastaba de un hipogeo. Que se piensan que a Tutankamón lo enterraron en la pirámide de Keops, después de una noche de farra en un bar de dragqueens y que los colegas iban tan borrachos que no recuerdan donde le dejaron. Que creen que Imhotep era un skin head gay con poderes mágicos, en lugar de un ejemplar único de hombre del Renacimiento del siglo XXVII a. C. Que... ¡Bah! No sé si cómo me molesto...

El de la izquierda, según la Wikipedia "merece ser considerado el arquetipo histórico, de filiación fehaciente, de lo que en la fecha denominaríamos un científico; sabio, médico, astrónomo, y el primer arquitecto conocido en la historia".
El de la derecha podía transformarse en cadáver putrefacto...

En fin, que estoy seguro que con esta nueva entrada del blog vamos a enemistarnos, con total seguridad y certeza, con los dos principales grupos de admiradores del Egipto faraónico: las clientas cincuentonas de Astrocanal y los hooligans de Íker Jiménez. Pero a nosotros, empeñados en arrojar luz sobre las tinieblas del fanatismo y la ignorancia, que trabajamos ardorosamente por divulgar la palabra no-revelada sino contrastada de la sabiduría occidental, sinceramente nos la pela. Además, ambos deberían agradecernos la labor que pretendemos llevar a cabo hoy aquí: la de conciliar esas dos posturas antagónicas y enfrentadas durante años, pues podemos afirmar orgullosamente que ambos poseen su parte de razón en el eterno conflicto por desentrañar el misterio de la cultura nilótica. Y es que, estimados lectores, la civilización egipcia, erigida en un polvoriento rincón del continente más desgraciado del planeta, fue obra de una inteligencia superior a la humana y de origen extraterrestre... ¿Cómo? ¿Que qué pruebas tenemos para defender semejante anatema? Una simple e irrefutable: la civilización egipcia es de origen extraterrestre porque NO TENÍAN CANIS. Efectivamente, a pesar de que al máximo consejero del monarca egipcio el faraón le llamara cariñosamente chaty, no existe un solo testimonio ni escrito ni arqueológico que nos permita identificar a ningún shurmano entre los egipcios, al menos hasta la llegada del pueblo hebreo como esclavos. Y eso, amigos, es muy raro.


El cani, según V. Gordon Childe, es el auténtico motor de la Historia. Después de decubrir esta gran verdad, el historiador decidió suicidarse.

Imagino que todavía andan recuperándose de la impresión (o del ataque de risa; depende de su nivel de intolerancia); pero, antes de que decidan continuar navegando por las procelosas aguas de la internete, abandonando este modesto pero definitivo blog, quédense con esta última perla de conocimiento histórico: vislumbramos pruebas irrefutables de que los exraterrestres creadores de la civilización faraónica fueron mujeres y, muy probablemente, funcionarias. Recojan la mandíbula inferior del suelo y desarmen por favor al comité de esnifadores de polvo y viruta de mojama grupito de egiptólogos, y déjenme que me explique

El Universo está plagado de millones de estrellas, muchas de las cuales sostienen su propio sistema solar, compuesto por planetas, algunos con condiciones favorables al desarrollo de la Vida y otros menos donde esa vida ha evolucionado a una forma primitiva de inteligencia semejante a la humana. Pues bien, aunque aquí en la Tierra estemos obsesionados con Internet, allá por Raticulín IV es posible que se hubieran cansado hace siglos de las limitaciones que ofrecen las tablets y el Facebook para jugar al Farmville o al Colonos de Catán y, si aquí las impresoras 3D ya están llegando a los hogares para que podamos construirnos nuestros propios dildos personalizados, allende Plutón lo que partía la pana hace tres milenios era la aplicación para móviles intergalácticos: "Diox, el software único que lleva a tu dispositivo la experiencia de sentirte un Ser Superior y te permite crear tu propia civilización; con más de diez millones de descargas en toda Raticulín III y ahora en oferta: paga el primer mes y te regalamos el segundo, más acceso gratuito a actualizaciones y beta tests". Este juego, en manos de un macho de la especie, pudo acabar degenerando en una especie de GTA San Andreas similar a lo que hay montado en Méjico pero de dimensiones cosmicas. Sin embargo, en manos de algunas empleadas públicas del Ministerio de Chanchullos y Subvenciones Arbitrarias (en Raticulín IV gusta llamar a las cosas por su nombre), dio lugar al experimento este que todos conocemos como Antiguo Egipto: una civilización de hombres y mujeres escuchimizados y bronceados, semi-vestidos de lino, con las tetas fuera en el desierto para tocarle bien las pelotas a la melanina y que llame a su hermana la chunga, con pelucones enormes para tener la cabeza bien escocía cuando bajas a la piscina de la urbanización, maquillajes de brocha gorda, bisutería de la que a tu madre le gusta rebuscar en las rebajas del Corte Albionés, hermanos que se acuestan con hermanas, símbolos reales sacados de un chino o del mercadillo de los hippies, oro y joyas por un tubo pero ni una pizquita de hierro para armas y herramientas, láser para cortar piedras pero luego a transportarlas con los cataplines, más funcionarios que en los bares un viernes a las dos de la tarde... En fin, un desaguisado propio de marujas aprendiendo informática en un cursillo del distrito.


En una civilización terrestre, el auténtico Rey Escorpión sería el de la izquierda.
En una partida de Civilization marciano, el de la derecha.

Todavía habrá quien me diga:
-Usted está aplicando una visión caduca y eurocentrista a una civilización original, alejada de la anormalidad del patriarcado falocéntrico grecorromano.

Algo que me sorprendería gratamente porque significaría que este blog lo leen personas con criterio (deleznable pero criterio) y no solamente las miembras de mi club de admiradoras. Lo cual no es óbice, empero, para que las carcajadas resuenen en las cuatro esquinas de este blog por lo disparatado de calificar al Antiguo Egipto como una civilización original. Porque, vamos, ya me dirán si no es un mojón tener una teología basada en dioses con cuerpo de personas y cabezas de animales (para mayor alegría de ateos y neopaganos, que piensan que es mucho mejor creer en dioses-bicho que en un progre resucitado); ¡coño, que el guardián de los muertos es el dios chacal, una alimaña que se come a los cadáveres que se pudren en el desierto! ¡Que por los menos San Pedro tiene cara de buena persona y el Demonio folla con quien quiere! Pero, ¿un chacal? ¿Y sacerdotes calvos? A saber qué suciedad poblaba la mente del diseñador del juego... Y luego está el tema de la arquitectura: todo hecho de piedra, ¡toma originalidad! Original habría sido, viviendo en ese maldito secarral, construir en madera de los bosques de Finlandia. Que mucho hablar de los grandes constructores de pirámides y la de Micerinos -Menkaura para los amigos-, por ejemplo, parece una tienda Quechua del Decathlon, que el pobre gilipollas se quedó sin pelas al estallar la burbuja del sillar de piedra megalítico que había montado su abuelo Keops, que con ese nombre seguro que era un especulador de cojones.

U.T.E. Keops-Sacyr Meseta de Guiza


Esta cultura estuvo defendida (es un decir, claro), por un ejército cagón, sin armadura y pertrechado con armas de risa como escudos de mimbre, arcos y flechas con chupón y una espada inútil que sirvió de inspiración a George R. R. Martin para diseñar otra mierda más grande con la que armar a los mongo-klingons follarrubias de sus libros. Se montaban en carros de guerra para tirar lanzas desde lejos, ¡qué viril! y remataban a sus enemigos con mazas... En fin, que a nadie debería extrañarles que los invadieran siglo sí, siglo no. Eso pasa por dejar a tu novia que juegue con tu usuario on-line, que cuando retomas el Need for Speed te ha comprado un Smart forfour con motor diesel 1.2 te lo ha pintado de rosa y ha publicado sus hazañas en el forocoches. Porque esa es otra, esta peña, los egipcios con un sistema de escritura altamente odiable, compuesto por pajaritos, cacharros de cocina y otros útiles propios de la decoración del mueble del salón de nuestras venerables progenitoras; se dedicaban a escribir más que "Divorciada74" en la web de Facilísimo. Total, para lo que tendrían que contarle al mundo. Igual entre tanto cartucho con el enésimo nick guays del puñetero faraón Pepi, tanto libro de los muertos y tanta relación de conquistas, todavía podamos encontrar la auténtica Política de Privacidad de Google.


¿Esto es producto de una civilización avanzada o bien fruto de la baja resolución del motor gráfico de un videojuego ochentero?

Si es que, no hay por donde coger a esta chusma. Porque ya me dirán, ¿a quién sino a una retorcida y ociosa mente femenina extraterrenal se le ocurriría lo de embalsamar a los muertos? Una técnica asquerosa consistente en sacarle todo el mondongo, los órganos vitales (sin mediar campaña de donación del Servicio Andaluz de Salud) y el cerebro vía nasal convertido en batido de sesos, para luego salarte como a los jamones, vendarte como a un buen Sánchez Romero Carvajal y meterte en una caja profusamente decorada como si fueras a convertirte en el regalo estrella de la cesta de Navidad de unos comisionistas españoles. No me extraña que el jalufo esté tan mal visto por aquellas semíticas latitudes. Moisés, que de joven habría trabajado para Navidul, debió de acabar bastante harto de la política de salazones del faraón y decidió exiliarse al desierto donde recibió de Dios las tablas con la auténtica clasificación del ibérico, pudiendo terminar así, con las malas artes de las funerarias egipcias, que te colaban a un pariente de recebo como un cinco belloteps. Mucho después se alteró levemente este acontecimiento para mejor acomodo de la religión judía, pero eso ya es otra historia.

6 comentarios:

  1. Mira que me ha hecho gracia pero el pide foto UTE Keops-Sacyr ha sido desternillante

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    1. Me alegro de que te guste, tocayo. Los elogios siempre gustan pero más si vienen de personas con criterio ;)

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  2. jajajajaja, te echábamos de menos...muy bueno!

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    1. Este parto ha costado lo suyo Manoluke. A ver qué tal el siguiente...

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  3. ¡Don Paco! ¡Enorme! ¡Colosal! ¡Piramidal! !Magnolítico! No se... ¡Algo!
    Ha valido la pena la espera. Gracias :)
    Firmado: un miembro más de tu club de admiradoras. Pa'l criterio estoy esperando a las rebajas en el Carrefour, me sabrá disculpar VM.

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    1. Jajajajajaja... Best comment ever!
      Aunque yo no cerraría sin un: ¡Me cago en tu dôjô!

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